sábado, 24 de marzo de 2012

Virus

Hola chicos,
A muchos nos ha pasado que cuando nos ponemos a germinar un paquete de semillas, alguna que otra nos sale como arrugada y enana. La mayoría de las veces se trata de virosis. Me puse a navegar por esta sección del foro del cannabiscafe.net. El mérito de este articulo es como no del compañero barcelonauta (gracias hermano por tu aportación a la comunidad)
Descripción

El origen de los virus todavía no está del todo claro, pero existen varias teorías al respecto. Según una de ellas, los virus podrían ser material genético que se ha derivado de células vivas. A este respecto, resulta intrigante que los virus no se incluyan en la categoría de los ?seres vivos?, sino que se encuentran en la zona gris entre lo vivo y lo inerte. La razón es que carecen de algunos de los atributos que son característicos de los seres vivos. Por ello, tampoco se les identifica con nombres científicos en latín, tal y como se hace con los seres vivos.
A pesar de lo interesante que puedan resultar, es un hecho que los virus son capaces de dañar y, en algunos casos, incluso de arruinar la cosecha. Y, desgraciadamente, los síntomas de una infección viral no siempre son fáciles de detectar.
A menudo, los virus de las plantas (fitovirus) no son más que material genético protegido por una cápsula de proteínas (cápsido). Este material genético contiene las informaciones necesarias para la producción de nuevos virus, que sólo pueden ser interpretadas dentro de una célula. Esta célula, naturalmente, pertenece a un ser vivo (huésped) que resulta perjudicado por la producción de los nuevos virus. En la agricultura europea, se estima que las pérdidas causadas por los virus rondan cada año entre un dos a un diez por ciento de la cosecha. Respecto al cultivo de cannabis, no se dispone de datos concretos, pero probablemente se puede suponer un grado de daños similar.
Muchos de los numerosos fitovirus que se conocen son específicos de ciertas especies, es decir que para su reproducción se limitan a una o pocas especies huéspedes. Sin embargo, esto no vale para los ejemplares más agresivos. En la práctica, un cultivo puede ser afectado por bastantes fitovirus distintos, y el cannabis no es a este respecto ninguna excepción.

Vectores
Debido a que un virus, en el fondo, no es más que una cápsula de proteínas que contiene material genético, no es capaz de desplazarse activamente; no tiene piernas, ni manos, ni alas, ni aletas. Pero entonces, ¿cómo puede propagarse en el espacio de cultivo? La respuesta es fácil: se deja transportar por medio de seres vivos. Estos transmisores se denominan vectores.
En muchos casos, los vectores son insectos que por si mismos ya son parásitos, como, por ejemplo, los trips, la mosca blanca o el pulgón. Los virus pueden mantenerse en el insecto durante horas o días y, a veces, incluso llegar a reproducirse.
Pero también hay otros organismos, como ácaros, algunos mohos o nematodos, que pueden hacer de vectores. Entre los vectores menos tenidos en cuenta, hay que nombrar al mismo cultivador. Sobre todo los fumadores de tabaco, o los de cannabis que utilizan tabaco en sus porros, son temidos transmisores de enfermedades virales, encontrándose los virus ante todo en los tabacos más baratos.
El virus de tabaco más frecuente es el virus del mosaico del tabaco (TMV). En tabaco seco, este virus se puede mantener estable durante mucho tiempo (hasta 100 años) y es muy contagioso. Por ello, resulta bastante comprensible que, en muchos cultivos y plantaciones de ensayo, por ejemplo, de universidades, los fumadores no sean siempre bienvenidos. Pero el TMV está lejos de ser el virus más destructivo que, a través del tabaco, puede entrar en un cultivo de cannabis.

El virus que parece un cigarrillo El virus del mosaico del tabaco (TMV), como también el virus de la mancha anular del tabaco (TRSV) o el virus del rayado del tabaco (TSV), puede ser transmitido de una planta a otra, por ejemplo, a través de la savia. El TMV (foto) no produce síntomas en el cannabis. En cambio, el TRSV, que utiliza nematodos como vectores, o el TSV pueden provocar severas manchas en las hojas o enanismo. Fuente de imagen: Universität Bayreuth.

Una vez que el virus haya sido transmitido a la célula hospedante o haya penetrado en ella, se desprende de su cápsula de proteínas y permite la lectura y copia de su código genético. Esa lectura la realizan los ribosomas. En el proceso se forman nuevos cápsidos y nuevas proteínas cuyas únicas tareas son el transporte del virus de una célula a otra y su construcción.
La transmisión de un virus de una célula vegetal a otra no es tan sencilla como suena, ya que las paredes celulares son tan fuertes que el virus no las puede atravesar. El virus se beneficia del hecho de que las células están unidas por unos canales, a través de los cuales se comunican. Sólo hay un problema: el virus es demasiado
grande para pasar por estos canales. Aquí entran en juego unas proteínas específicas: las proteínas de transporte que se formaron durante la lectura del código del virus. Con la ayuda de estas proteínas, los canales se dilatan de forma que los fragmentos de virus los pueden pasar. Este método lo emplea, entre otros, el virus del mosaico del tabaco (TMV). No obstante, hay un segundo método que resulta mucho más espectacular.
Consiste en que el virus convierte el pequeño canal en un túnel ancho por el cual puede pasar enteramente. Entre los virus que utilizan este truco se encuentra, por ejemplo, el virus del mosaico de la alfalfa (AMV). De muchos otros virus se desconocen los mecanismos que emplean. Y poco se sabe también sobre la transmisión a grandes distancias a través del floema de la planta.

Las bolitas son ribosomas Se encuentran en las células donde leen la información genética. Los virus utilizan los ribosomas también para reproducirse. Fuente de imagen: University of Connecticut.

Los virus en el cannabis
En la actualidad se conocen unos 900 virus fitopatógenos, pero sólo de unos pocos se ha investigado si son capaces de infectar al cannabis. En los ensayos se determinó que doce de estos virus investigados no pueden infectarlo, mientras que otros seis causaron severos daños en la planta.
No obstante, los ensayos se realizaron hace tanto tiempo que las variedades investigadas no son las que hoy en día se cultivan. Por otro lado, no todas las variedades son (igualmente) susceptibles al ataque de un virus determinado, y los síntomas de una infección con el mismo virus pueden diferir de una variedad a otra. Además, hay distintas estirpes de cada virus (fruto de mutaciones) que también pueden producir síntomas distintos. Y eso, sin tomar en consideración siquiera las influencias de las condiciones de crecimiento.
Tampoco sabemos con seguridad si los virus que conocemos y que suponemos específicos del cannabis se podrían hallar también en otras plantas. Resumiendo, nuestros conocimientos sobre los virus que afectan el cannabis no son muy amplios.
En estos momentos, se conocen dos virus que supuestamente son específicos del cannabis. Se trata del virus del mosaico del cáñamo (HMV) y el virus del rayado del cáñamo (HSV). Mientras que del HMV no se sabe todavía con seguridad si es exclusivo de esta planta, todo parece indicar que en el caso del HSV, que es transmitido por pulgones, sí es así.
Aparte de estos, hay una serie de virus que se han descubierto en otras plantas, pero que también son capaces de infectar el cannabis. De ellos, ya hemos mencionado el virus del mosaico del tabaco (TMV) que, debido sobre todo a que fue el primer virus jamás descubierto, se encuentra entre los virus más conocidos. Se supone que el TMV infecta el cannabis, pero sin provocar síntomas visibles. No se sabe si perjudica el rendimiento de la planta. Sin embargo, entre los cultivadores hay cierto convencimiento de que el TMV es el responsable de determinados síntomas que se observan en el cannabis (estípulas curvadas). No obstante, podrían ser causados también por otro virus característico del tabaco.




Hojas con puntas y bordes curvadas hacia arriba (Arriba). Mosaico y deformación de hojas en una planta de cáñamo (abajo). En ambos casos, se trata de síntomas característicos de una infección viral, posiblemente provocados por el HMV. Fuente de imagen: Canna-Research


Se ha demostrado, por ejemplo, que el virus de la mancha anular del tabaco (TRSV), que por cierto no es transmitido por los fumadores, y el virus del rayado del tabaco (TSV) pueden producir en el cannabis severas manchas en las hojas (mosaico) y enanismo. Además, hay bastantes otros virus capaces de infectar tanto el tabaco como el cannabis.
Entre ellos, se encuentran el virus del mosaico de la alfalfa (AMV) y el virus del mosaico de la arabis (ArMV). El AMV es transmitido por pulgones (que pueden llevar el virus, como mucho, durante unas horas), pero también a través de los simientes. Los síntomas dependen en buen grado de la estirpe del virus, de la variedad de cannabis, de la fase vegetativa en la que se efectúa la infección y de las condiciones de crecimiento. Un síntoma generalizado son las manchas amarillas claras en las hojas (mosaico). Sin embargo, hay también muchos otros virus que producen mosaicos, como, por ejemplo, el virus del mosaico de la arabis (ArMV), que se propaga a través de las simientes o los nematodos. Parece, no obstante, que en el cannabis la infección con este virus no produce síntomas perceptibles en la mayoría de los casos.
Otros ejemplos son el virus del mosaico del pepino (CMV) o el virus de la mancha anular del tomate (TomRSV). Ambos pueden producir severos mosaicos y enanismo causando la maduración prematura de la planta y una reducción del rendimiento. También el CMV es transmitido a través de las simientes o por los pulgones. Las altas temperaturas, pero también los periodos largos de luz diurna, una alta intensidad de luz o una alta concentración de nitrógeno aceleran considerablemente la replicación de los virus.
Todos ellos son factores habituales en los cultivos interiores en la fase de crecimiento. Del TomRSV y del CMV se sabe que pueden propagarse por el polen, es decir, que pueden entrar en el cultivo a través de las corrientes de aire.

Prevención y Control
No sólo son posibles las infecciones con un sólo virus; las plantas también pueden ser afectadas por varios virus a la vez. En el caso de estas infecciones múltiples, los síntomas son más difíciles de detectar. Además, un virus puede estar presente en la planta de forma latente, es decir, sin replicarse.
Si cambian las condiciones exteriores, es posible que este virus empiece súbitamente a reproducirse y cause la enfermedad de la planta. Se trata pues de una especie de bomba de relojería.
Generalmente, las enfermedades virales de las plantas no tienen tratamiento. Además, los virus son prácticamente insensibles a las condiciones extremas (temperatura, acidez, etc.) y, si se quiere utilizar esta palabra, inmortales.

Por ello, he aquí unos consejos básicos para la prevención de las infecciones víricas:

1.- Lavarse las manos cuidadosamente antes de entrar en el espacio de cultivo (también los invitados).

2.- Emplear sólo materias primas sanas; renunciar, por ejemplo, a usar esquejes de plantas ?ajenas?.

3.- Desinfectar las herramientas que se utilizan para manipular los esquejes (cuchillos, tijeras, etc.), antes y después de su uso, con alcohol. Si se cortan esquejes de distintas plantas madre, hay que desinfectar la herramienta también cuando se pasa de una planta a otra. En la agricultura ecológica se emplea leche en vez de alcohol, porque parece ser que las proteínas presentes en ella encapsulan el virus.

4.- Combatir los vectores.

5.- Evitar la proximidad de otros huéspedes potenciales (p. ej. plantas de interior enfermas o malas hierbas, en el exterior). Si las plantas, a pesar de todo, son afectadas por un virus, es probable que se pueda realizar la cosecha de forma más o menos normal, pero el rendimiento podría verse reducido considerablemente. La marihuana obtenida no presenta inconvenientes especiales para el consumo humano; hasta hoy, no se ha descubierto ningún fitovirus capaz de infectar a las personas.
En caso de una infección vírica del cultivo, naturalmente se intentará evitar que el problema se repita en la cosecha siguiente. Por ello, hay unas reglas que se deberían cumplir a rajatabla:
-primero, se debe retirar, después de la cosecha, todo el material orgánico del espacio de cultivo y rociar el espacio con un insecticida de espectro amplio, preferiblemente uno que sea rápidamente degradable; segundo, hay que lavar el espacio y las macetas con agua y jabón y, a continuación, enjuagarlo cuidadosamente. También se deben desinfectar con alcohol las herramientas empleadas en la cosecha o para los esquejes. No hay que correr ningún riesgo y tampoco hay que ahorrar en lo importante (por ejemplo, es recomendable comprar un nuevo gel estimulador de arraigo para esquejes). De hecho, todas estas medidas se deberían tomar de todos modos después de cada cosecha para prevenir, ya de antemano, los problemas con enfermedades o plagas.
A pesar de que las infecciones víricas efectivamente pueden dañar un cultivo, las plagas y enfermedades comunes constituyen una amenaza mucho mayor para el rendimiento. El gran miedo que inspiran los virus es debido sobre todo a lo enigmático que resultan.

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